Luis Eduardo López Padilla en el anterior cronograma pone en su página de internet la siguiente aclaración:
El cronograma no pretende establecer fechas (cronos) que están reservadas por Dios, sino la ubicación de orden y tiempos aproximados de acontecimientos (kairós) que sucederán como parte de la promesa de Jesucristo: "Mis palabras no pasarán". El proyecto original de Dios se cumplirá necesariamente. La muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI nos han aclarado el panorama del Final de los Tiempos, pues una profecía se hace más clara en la medida en que se acerca a su cumplimiento. Algunos sucesos que se citan tendrán cumplimiento continuado, es decir, se prolongarán en el tiempo por meses o años, por lo que habrán acontecimientos simultáneos. No pretendemos adivinar el año de los eventos, pues la hora y el día le pertenecen al Padre. A nosotros nos toca obligadamente discernir las señales de los tiempos, y estar preparados en todo momento pues la inminencia de todos los anuncios están suspendidos como una daga sobre toda la humanidad. El mundo aún no se acabará, pero la vida como se conoce hasta ahora está próxima a finalizar para dar paso a la época maravillosa e inigualable del Reino de Dios en la tierra.
Es curioso que aunque LELP aclara que no pretende establecer fechas, si establece, en cambio, sucesos. Es decir: Si a Juan Pablo II no le suceden las calamidades del Apocalipsis, entonces al siguiente Papa (Benedicto XVI) le sucederán. Pero si a Benedicto en determinado momento tampoco le sucedieran, entonces el que sigue, y así el que sigue y el que sigue, pero a alguno le sucederá. Obvio es que el de turno es el indicado ya que así mantiene en vilo a los incautos adeptos de la secta del pozo, y los mantiene trabajando puesto que el “Apocalipsis está a la vuelta de la esquina”.
Cita LELP algo curioso, la promesa de Jesucristo: “mis palabras no pasarán”. Dando a entender implícitamente con esto que Jesucristo seguramente respalda, avala, de algún modo las ideas, sucesos, suposiciones y conclusiones de Luis Eduardo López Padilla.
Así con esta técnica de ponerse en lugar de una divinidad o hablar anteponiéndose una máxima divina que lo avala, al igual que la secta misión, las palabras de Luis Eduardo adquieren una dimensión incuestionable. Esto último da pie a deducir que él ya no es un simple escritor de libros, ya no es una persona con un punto de vista personal, una interpretación que invita a la reflexión y está sujeta a la autoridad del magisterio de la Iglesia católica, sino más bien, Luis Eduardo López Padilla se convierte en profeta inequívoco del Apocalipsis.
Lo cuál de suyo es un absurdo.
Luego tenemos que Luis Eduardo López Padilla quiere disfrazar su desacierto de Juan Pablo II “huyendo del vaticano”, diciendo que la elección de Benedicto XVI “aclara más la profecía”… ¿Cuál profecía? ¿De que está hablando? ¿Tiene esto sentido?
¿No será más bien que con esto quiere tapar, disfrazar, confundir? ¿Una profecía se hace más clara cuando está cerca su cumplimiento?
Simple palabrería para confundir. En este caso, más bien parece que la realidad y los acontecimientos están cada ves más alejados de “las profecías” Luis Eduardianas.
Luego nos viene este señor para cerrar “con broche de oro” con su proselitismo disfrazado. Es decir: Nos invita a discernir las “señales de los tiempos”
que porque hay una daga vengadora sobre la humanidad cochina, que está a punto de caerles encima, para dar paso a una época maravillosa. ¿Y la pregunta obvia y tonta que salta a esto? ¿Qué puedo hacer yo para que no me caiga encima la “daga” vengadora?
Respuesta: Luis Eduardiana: Ve al grupo pocero mi pequeño saltamontes, inscríbete en él, se fiel a él dando tu meta económica, ayudando sin dejar nada para ti, al proyecto turístico-religioso “ciudad mística”,
pero sobre todo llevando más gente al grupo. Que al igual que tú “estaba predestinada por Dios desde la eternidad”,
y así conocerás “la verdad absoluta” chinguenguenchon.
Es decir para este hombre Luis Eduardo López Padilla, Dios, al parecer, tiene sed de venganza.
Y una vez ejecutada esta, entonces todo será perfecto y adivinen, quién está en ese reino perfecto… Sí así es amigo lector: Luis Eduardo López Padilla y sus compinches.