Todos sabemos que para una entidad sectaria los derechos humanos son algo deplorable que hay que suprimir, ya que atentan directamente contra el abuso que "en nombre de Dios", le dan a los súbditos. Pretextos como el "salvaguardar los derechos de Dios" son comunes para pisotear cualquier derecho y exprimirles materialmente a los fieles hasta el último aliento y/o el último céntimo.
Sin embargo, en nuestra sociedad ocurre un fenómeno y es, el que dichos derechos humanos se han usado con más ahínco para defender a criminales.
Asi es como los líderes de la misión recurren también a sacar a relucir y hacer un extensivo uso de "sus derechos". Los líderes del grupo sectario reclaman "sus derechos" en la sociedad y sus derechos como "fieles" de la Iglesia Católica, sin embargo e irónicamente los súbditos de la misión, no tienen derechos de nada. Al contrario, se llega al extremo de considerar cualquier movimiento personal como, salir de viaje, estudiar una carrera, etc. como un privilegio. (Privilegio que pueden dar o no en función de lo que le conviene a la entidad sectaria). La misión entra en el mismo juego de una sociedad hipócrita. Es como decía mi abuela: "pan con lo mismo".
Para ponerlo más claro les dejo un ejemplo del fenómeno que ocurre en México y que explica muy bien un gran escritor en México: Juan Miguel Zunzunegui
¿DERECHOS HUMANOS DE LOS NARCOS?
Juan Miguel Zunzunegui
La hipocresía mundial está en máxima ebullición: se pide a México acabar con el narco pero sin lastimar a los pobres narcotraficantes. Hipotéticamente la comunidad internacional está sumada a la lucha contra las drogas, pero llueven las críticas sobre el país que da batalla; podemos compararla con esa guerra mundial declarada contra el terrorismo, y que el mundo pretendiera negociar con los terroristas para que cambien de giro, así por la buena. Imposible.
PERO si la comunidad internacional es hipócrita, la sociedad mexicana está loca. Nuestra guerra contra el crimen está perdida de entrada, ya que vivimos en un país que piensa que la culpa del crimen y de la violencia, no es de los criminales violentos, sino del presidente…, por intentar ejercer la ley sobre ellos.
Muchos van por la vida, ¡qué fácil es ser oposición en México!, criticando todo, y desde luego esta guerra, pero no he escuchado ninguna solución; la izquierda mexicana lo que propone son mentadas de madre y que renuncie el presidente con medio gabinete…, nada haría más feliz al parásito López, y desde luego, al crimen organizado, un crimen organizado que puede estar de plácemes porque al parecer cuenta con el apoyo del pueblo.
¡NO MÁS VIOLENCIA! Le dice la gente al gobierno…., y ¿QUÉ LE DICEN A LOS CRIMINALES? Nada, pareciera que el problema del crimen no es con los criminales y el del narco no es con los narcos, no, como siempre en México, todo es culpa del presidente. Esa idea es , ha sido, y por lo visto será, lo que termine de aniquilar a México: 112 millones de almas apáticas en espera de que un nuevo Kalimán el superhombre nos salve a todos.
La sociedad en general puede no entender muchos vericuetos del poder y tiene sentido que su petición sea un alto a la violencia…., pero en los países ignorantes, fruto de su propia destrucción como dijo Bolívar, las masas siempre tienen a un titiritero detrás…., y desde luego los pseudo-poetas también. Aquí es donde habría que preguntarse, a todos los políticos que exigen el fin de la guerra contra el crimen organizado, ¿les duelen los cayos o de qué se trata?
Otros ya compraron la derrota: “que vuelva el PRI, que por lo menos negocia con ellos y los tiene en paz”. Eso es aceptar que México es más débil que sus criminales, PRI incluido, y es admitir que nuestro país no es de nuestra propiedad sino del PRI. ¡Memoria histórica maldita sea!, si hoy se está dando esta voraz batalla es precisamente porque el PRI dejó que el narco se metiera hasta la cocina, le abrió las puertas del país. ¿Qué hacemos, renunciar y aceptar la derrota?
¿Legalizar las drogas? Una solución a medias. Deberíamos dejar de ser más papistas que el Papa y legalizar la marihuana, sin el eufemismo de “uso medicinal”, sino para el uso recreativo, como el tabaco, el alcohol y el rivotril. La Mota no hace más daño que el tabaco ni produce esa adicción, pero esa es otra historia. Pero hay muchas substancias más que en definitiva no deben circular, desde la cocaína hasta las metanfetaminas y los alucinógenos. Por cierto, el dinero que vía impuestos traería legalizar la relación con MaryJane, serviría para dar la batalla a todo lo demás.
Los políticos y sociedad que no apoyan la guerra contra el crimen deberían tener claras las bases de la teoría del Estado: el Estado no sólo tiene el derecho de golpear, tiene la obligación de hacerlo, cuando algo amenaza a la sociedad y al propio Estado. ¡40 mil muertos!, si, y la mayoría de ellos del lado de los criminales. Que los narcos le lloren a sus caídos, no nosotros.
Y luego entra el falaz argumento de los derechos humanos. En México la CNDH parece ser más la Comisión Nacional de Defensa del Hampa, y ahora ONG´s del mundo, de esas que sólo ven los problemas pero no les toca afrontarlos, como Amnistía Internacional, se erigen como defensoras de los narcotraficantes; y todos esos patrioteros de segunda que tenemos en nuestra política, que se envuelven en la bandera para hablar de temas anacrónicos como la soberanía basada en el petróleo, se quedan mudos y escondidos cuando una organización internacional, no sólo pretende decirle al gobierno mexicano cómo manejar sus conflictos internos contra el crimen organizado, sino que convoca a manifestaciones contra nuestras embajadas en más de 150 países.
Lo bueno es que las recomendaciones de Amnistía son como las declaraciones del Papa, las resoluciones de la ONU y las mentadas de madre…, simples consejos. ¡Qué fácil es ser una ONG internacional que no tiene que luchar contra el narco y no tiene la responsabilidad de mantener un Estado!
No importa cuán inalienables nos digan que son los derechos humanos, los narcos no tienen esos derechos. Vamos por partes: se nos dice que los Derechos Humanos son inalienables, es decir, imposible renunciar a ellos e inadmisible que alguien más pretenda derogarlos; se supone pues, que los seres humanos los poseemos por el simple hecho de nacer humanos.
Pero olvidamos que TODOS los derechos existentes son finalmente una construcción social, derivados de que una sociedad organizada en un Estado, ha establecido esos derechos. Ergo: nosotros inventamos los derechos humanos y nosotros inventamos el hecho de que son inalienables.
Por otro lado, el nacimiento del Estado es un Pacto Social en el que cada individuo renuncia a su propia soberanía y a su derecho natural (ley del más fuerte) de tomarse todo lo que quiera por voluntad propia y de hacerse justicia por mano propia (los narcos violan el pacto social). Todos renunciamos a esa soberanía y derechos para depositarlos en un ente superior que es el Estado, para que sea Éste quien ejerza los derechos y la soberanía por todos.
El Estado debe garantizar la seguridad y supervivencia del individuo, pero nada debe estar por encima del Estado, ni siquiera el individuo, ya que si el Estado desaparece, nada ni nadie evitaría la lucha de todos contra todos, y a la postre perecería el individuo. Es por eso que el Estado debe subsistir.
El Estado debe garantizar los derechos de todos los ciudadanos, debe garantizar incluso los Derechos Humanos. Los delincuentes comunes deben ser respetados en sus Derechos Humanos, desde el ladrón ocasional hasta el homicida en primer grado, ya que sus delitos no amenazan la subsistencia del Estado, de hecho, la labor estatal es precisamente privar de su libertad a aquellos que no respetan el Pacto Social.
Pero ¡cuidado!, el Estado NO puede cuidar los Derechos Humanos de aquellos que precisamente atentan contra el propio Estado, lo desmoronan y lo destruyen. Si hay grupos de crimen organizado, sean terroristas o narcotraficantes, que amenazan la existencia misma del Estado, Éste debe atacarlos con todo el poder posible.
Si alguien piensa que esta reflexión es exagerada, tiránica o déspota; simplemente deben pensar en algo: si el Estado desaparece, en ese momento ya no habría un ente que pueda garantizar los Derechos Humanos de los demás. El Estado no pude negociar con los que quieren destruir al Estado; el planteamiento mismo resulta absurdo.
Los cárteles de la droga no tienen límites, y es imposible vencerlos si por delante debemos llevar la premisa de que no vayan a ser maltratados los angelitos. Hoy se sabe que hay una sola forma de acabar con el narcotráfico: acabar con los narcotraficantes. Así son las guerras…, y no olviden que a esta guerra nos metió el PRI, Felipe Calderón simplemente decidió entrarle al frente de batalla que ya estaba abierto.
Queremos acabar con el narco, ¿pero que no haya violencia contra ellos?, esa guerra está perdida antes de comenzar. Los Derechos Humanos desaparecerían de la faz de La Tierra si no existiera el poder del Estado para defenderlos. Por lo tanto, si el poder del Estado está amenazado por algún grupo, ese grupo debe ser detenido, incluso si se violentan sus Derechos Humanos, y eso es en defensa de los Derechos Humanos, los de la mayoría, amenazados por grupos minoritarios de delincuentes.
El fuero militar permitía dar con más fragor la guerra contra el narco, ahora que un militar podrá ser acusado de maltratar o matar a un narco contra el que está en guerra…., hemos firmado la disolución de nuestro Estado.
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