Hola a todos, hace mucho tiempo que no escribo. He estado ocupado con mil cosas pero sigo preparando algunos materiales de interés para que sigamos desenmascarando las intenciones de estas organizaciones como la mal llamada misión de la Virgen del Pozo.
En esta ocasión les traigo algunas respuestas a los argumentos de una de sus acciones preferidas, que es el levantamiento de recursos económicos. Espero que este post les haga entender de una vez por todas cómo funcionan los dineros dentro de estas organizaciones, y por qué es una mala idea seguir con esta dinámica a largo plazo. Va la primera parte:
Falacias de las sectas destructivas con respecto al uso de actividades económicas“Nuestro grupo requiere recursos igual que cualquier organización del mundo. Las grandes organizaciones requieren grandes cantidades de dinero para funcionar. Nuestro objetivo no es ganar dinero, sino obtener los recursos para llevar el mensaje de Dios.”
Esta es, sin duda, la justificación más conocida que dan al público. Es cierto que cualquier organización requiere ingresos para funcionar, pero en una secta destructiva la venta de artículos diversos se utiliza para fines diversos, entre los que están el ejercer un control indebido de las personas exigiendo que estas establezcan horarios muchas veces atípicos (ha ocurrido que pueden verse en las calles personas vendiendo flores, rosarios, estampas y otros materiales a horas poco comunes, por las noches y principalmente los fines de semana) y con un control férreo del adepto para exigirle cumplir con una cuota específica, so pena de una medida de disciplina o una amonestación ya sea privada o pública (normalmente se hace pública cuando el líder busca exhibir a las personas con el fin de motivar a cumplir las metas). Las religiones establecidas también hacen actividades económicas, pero no ejercen una coacción o castigo por no cumplir con una meta económica establecida, sino que simplemente actúan en medida de los recursos que de forma voluntaria y generosa las personas otorgan. En el caso de las sectas, el dinero es obtenido con la coacción de los promotores y se utiliza el miedo para conseguir sus cuotas.
“Aquí a nadie se le exige una cuota por estar aquí…”
Las sectas destructivas niegan coacción o exigencia de cuotas, sino que lo que ellos piden son “apoyos” o “metas” para lograr un objetivo específico, y le piden al adepto que “se comprometan” con la meta espiritual del grupo para lograr dicho objetivo. Las mismas sectas saben que lo que exigen a sus miembros muchas veces sobrepasa la capacidad de los mismos para obtener recursos, así que establecen un requerimiento menor y presionan fuertemente a los adeptos para lograr acercarse a dicha meta, con lo cual aseguran sus operaciones. Si un adepto no cumple, no se le informa que ya se cubrieron los objetivos económicos de la actividad, sino que se le culpa de su debilidad y se les exhibe como poco crecidos espiritualmente por no lograr una meta para muchos imposible o poco probable de cumplir. Algunos miembros que no pueden lograr sus metas sistemáticamente pueden incluso ser excluidos del grupo hasta que estén dispuestos a hacer lo necesario por lograr sus cuotas.
“Jesús fué el primer vendedor, ya que vendía vida eterna. Nosotros al vender realmente estamos dándole la oportunidad a las personas de encontrarse con Dios”
Este es un argumento que vengo escuchando de varios grupos, y es una distorsión no sólo grosera sino herética. Jesús NO era un vendedor. Comparar la prédica del Señor con una vulgar transacción económica no sólo es poco sostenible, sino también insultante. Jesús no ocupó técnicas de engaño o control mental para lograr que sus adeptos colaboraran en la edificación de la Iglesia, ni exigió a sus adeptos cuotas económicas para su misión. En el evangelio se menciona que Jesús iba de pueblo en pueblo con los apóstoles y se valía únicamente del apoyo voluntario de las personas que le daban un techo o alimento. Este argumento tiene como objetivo justificar el enfoque de las sectas destructivas en una de las dos actividades principales de los grupos que ejercen el control mental: la obtención de recursos y la captación de nuevos miembros.
“Al vender ejercemos la virtud de la humildad porque es difícil pedir, y nos enfrentamos al rechazo.”
Algunas sectas tratan de convencer a sus adeptos de la idea de que las ventas son un ejercicio de crecimiento espiritual, ya que los enfrenta a las condiciones que enfrentan los vendedores de puerta en puerta que normalmente venden productos difíciles de vender porque no son necesarios para las personas. Es un hecho que los productos propaganda de la secta no son para nada, necesarios, y esto hace que sean muy difíciles de colocar. Sólo aquellos miembros con habilidades de venta desarrolladas pueden vender esos productos de manera consistente. Los que no tienen esas habilidades sufren porque normalmente no cubren sus metas.
Lo que ocurre normalmente es que los miembros comienzan a actuar de determinadas formas que les dan información a las sectas de cuánto ha funcionado el control mental y el adoctrinamiento en los adeptos:
- Puede que el adepto empiece a desarrollar habilidades de venta bajo presión, lo cual indica a la secta que estas personas pueden ser clave para promocionar su grupo en lugares donde no tienen presencia o en lugares donde se enfrentan a desprestigio o persecución, u obtener recursos rápidamente cuando necesitan cubrir algún gasto fuerte. No siempre los adeptos que mejor venden son promovidos a líderes, sino que se les enfoca a que enseñen sus habilidades a los que no tienen tanto éxito o bien para supervisar grupos de venta. Cabe decir que estos miembros se tienen en gran estima por los líderes (aunque su testimonio en otras áreas no sea el mejor o incluso no sea buen testimonio en otros aspectos) porque estos son los que mantienen al grupo funcionando financieramente.
- Puede que el adepto, ante la dificultad de cubrir sus metas, comience a utilizar sus propios recursos para evitar ser amonestados. Si bien esto en algunas sectas no les es tan importante mientras cubran sus cuotas, otras sectas utilizan esta información para determinar que el adepto requiere más adoctrinamiento para asimilar los conceptos del grupo, pero muchas veces aunque denuncian públicamente que esto no deben hacerlo los adeptos, no le toman mucha importancia o no aplican una sanción ya que se cubre el objetivo económico.
- Puede que el adepto se “queme” y sistemáticamente falte a cubrir metas, o bien comience a enfermarse o a buscar ocasiones de evitar la venta. Esto le dice a la secta que el control mental del individuo no está generando el efecto esperado, y estos son amonestados privada o públicamente y avergonzados contra los que sí cubren sus metas para tratar de mantenerlos en un desequilibrio con sentimientos de culpa. Normalmente los líderes dirán que estas personas no son comprometidas (aunque en otros aspectos de su membresía cumplan sobre la expectativa, lo cual como sabemos no les interesa ya que la actividad económica es una parte fundamental del grupo), que les falta “crecer espiritualmente”, y los someterán a largas jornadas de venta para cubrir sus atrasos o bien los pondrán en tutela de los que saben vender.
En realidad, las ventas no otorgan un crecimiento espiritual especial a cualquier otra habilidad que puede adquirirse. Simplemente las sectas requieren vendedores profesionales para colocar su “producto” (que en este caso es la doctrina) y es parte de la materialización de la fe que realizan como parte del control mental de los adeptos.
“Las ventas nos hacen más sociables”
Hoy en día las sectas están pasando por momentos difíciles de adopción de nuevos miembros debido a que ha existido una fuerte campaña de información acerca de los trucos y artimañas que se utilizan normalmente para lograr adeptos (por ejemplo, los testigos de Jehová encuentran fuerte oposición a su propaganda de casa en casa debido a que ya son bien conocidos por la sociedad, por lo que ahora intentan no hablar directamente de sus intenciones en los primeros acercamientos). Las actividades económicas resultan ser, aparte de la ocasión para hacerse de recursos, situaciones de acercamiento para con la gente. Los grupos ahora jamás te dirán directamente que lo que venden es para apoyar a una secta, sino que utilizan toda clase de mentiras (“es para un centro de ayuda a mujeres, niños, etc”, “ es para apoyar a los jóvenes”). A veces simplemente realizan su venta como cualquier otro vendedor de puerta en puerta pero utilizan la transacción para obtener un número o una dirección, o bien para establecer contactos en la zona objetivo para poder regresar otro día a platicar con los vecinos.
El asunto aquí es que no buscan realmente amigos, sino contactos o posibles nuevos adeptos. Personas que los ayuden en sus intenciones y actividades. En apariencia se interesan en la amistad de las personas pero sólo hasta que pueden comprobar si pueden obtener algún beneficio de ellas. Las sectas destructivas entrenan a sus adeptos en técnicas para lograr amigos, y les enseñan a abusar de la confianza de las personas que contactan para lograr sus fines.
“Nuestros ingresos son auditados y ejercidos con total responsabilidad por personas expertas en la materia”
Esta es una mentira muy común, y como en cualquier organización, las cuentas siempre resultan un problema de credibilidad para los grupos que se dicen “sin fines de lucro”. Uno de los más grandes problemas con esta justificación es que realmente pocas organizaciones religiosas ocupan auditorías externas al grupo, certificadas por autoridades hacendarias o con algún tipo de calificación crediticia. Este tipo de auditorías son extremadamente caras, y requieren un nivel de fiscalización intenso. Por lo que es totalmente justo decir que las cuentas de este tipo de asociaciones no llevan un proceso de transparencia que pueda dar certidumbre tanto del origen como del destino de los fondos.
Veamos algunos casos prácticos para sostener esto:
- Por principio de cuenta, la mayor parte de los “donativos” no expiden un recibo fiscal. Esto porque para las sectas “sin fines de lucro” es costoso y no siempre es posible realizarlos dada la forma en que muchas de estas organizaciones se dan de alta ante el gobierno (siempre prensando en no pagar impuestos o pagar los menos posibles, cosa de por sí inmoral), por lo que no se expiden recibos legalmente reconocidos de estas operaciones. Fácilmente en este caso, se puede expedir un recibo en papel por una cantidad e ingresar fondos por otra cantidad en las cuentas bancarias, si estas existen.
- Las cuentas las “certifican” personas que normalmente son miembros de la misma organización, por lo que puede (y más frecuentemente de lo que se piensa) existir presión en estas personas, por muy profesionales que sean, a alterar cifras, esconder dineros, desviar recursos o un largo etcétera de malversación de los fondos del grupo a capricho de un líder o de el líder supremo. Luego estas personas, “de buena fe” cuadran las cifras para exponerlas a los demás, escondiendo aquellas operaciones donde no quieren dar explicaciones. Esto puede comprobarlo quien ha sido miembro de una secta destructiva. Las cifras pocas veces cuadran contra la cantidad de ingresos que es evidente que se recaudan.
- Las decisiones económicas de la secta son tomadas por una cúpula reducida o por el líder sectario, muchas veces sin pedir opinión a la base y muchas veces sin necesidad de su consentimiento. Esto provoca que muchas veces se generen presiones malsanas en las metas económicas que los adeptos deben cubrir para estos proyectos o actividades, las cuales derivan en etapas de abuso por parte de los líderes para obtener estos recursos no planificados por los demás.
- La gran mayoría de los recursos se centralizan en el grupo principal o central del grupo, y de ahí se “devuelven” a los grupos secundarios. Pero la cantidad que se devuelve es muy inferior a la recaudada. Los grupos secundarios (provincias, localidades apartadas del resto) siempre padecen de escasez de recursos, pese a que la para la gente es muy visible que se recaudan muchos más fondos de los que el grupo dice tener. Hay un misterioso corte de recursos que muchas veces no se explica y no se puede comprobar.
Finalmente, estas sectas destructivas funcionan como “elefantes blancos”. Es decir, acumulan una gran cantidad de bienes inmuebles, deudas, cuentas por pagar y demás que requieren un ejército de vendedores para mantenerlos a flote. Por ello la presión porque cada persona de la base entregue recursos al grupo de poder se incremente, y por ello la necesidad apremiante de involucrar cuanto antes a nuevos adeptos. Ya que esta maquinaria que se construye a espaldas de la base es la que devora los recursos, sobre todo cuando no se crece en número de adeptos y la pirámide se desbalancea.